Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas .
UNA primavera, mi esposa y yo sembramos gardenias. «Vamos a ayudarles», dijeron nuestros niños y comenzaron a excavar. Antes de percatarnos, estaban disfrutando con sus juguetes, después de hacer algunos hoyos superficiales. Eso no nos importó. Realmente estábamos complacidos por su esfuerzo.
Pero si hubiera contratado una compañía de jardinería para sembrar esas gardenias, me hubiera molestado. «No le pagaré hasta que no esté hecho correctamente», hubiera dicho. Ese pensamiento me hizo recordar la diferencia entre servir como respuesta a la gracia de Dios y su amor, y servir en un intento de ganar estos con nuestras obras. Es la diferencia entre la ofrenda deseosa que los hijos le dan a sus padres, y la faena ansiosa que los trabajadores pueden realizar por sus patronos.
Nuestra posición en la casa de nuestro Padre es segura. Aunque lo mejor que podamos hacer sea excavar hoyos superficialmente para el Todopoderoso, Dios se agrada con nuestro esfuerzo. Cuando buscamos la salvación por la gracia de Dios y no por nuestras propias obras buenas, tenemos libertad para ofrecer un servicio gozoso.
Sr. Marvin Lindsay (Virginia, EUA)
