Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa....
AUNQUE mi yerno trabaja con papeles y computadoras, también posee gran habilidad para hacer reparaciones en la casa. Por eso, cuando tuve necesidad de arreglar los baños, él vino a mi casa para hacer la tarea.
Me emocionó que mi nieto de apenas tres años quisiera trabajar con sus herramientas de plástico. En un momento le pregunté a Juan cómo aprendió a reparar cosas y me respondió: «De la misma manera en que estoy enseñando a mi hijo. Mi padre me dejaba que lo ayudara con mis propias herramientas; y aprendí mientras él trabajaba y yo lo ayudaba». No pude menos que pensar en que esa es la manera más efectiva en que se transmiten los conocimientos, los valores y la conducta: recibiéndola como niños de los mayores.
Necesitamos hoy día padres y madres que pasen tiempo con sus pequeños, enseñándoles las verdades eternas y las actitudes correctas, así como los principios que les ayudarán a ser buenos ciudadanos y mejores cristianos. Eso es lo que significa transmitir a la otra generación lo que hemos aprendido.
