Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
HACE poco vi unos dibujos animados que presentaban a un niño preguntando: «¿Las orugas saben que se convertirán en mariposas o Dios las sorprende?».
La Biblia está llena de relatos en los cuales Dios sorprendió a las personas. Dios sorprendió a Abraham y a Sara con un hijo en su vejez. En el pasaje bíblico de hoy, Dios sorprendió a Elías varias veces. Cuando el profeta huyó de las amenazas de muerte de Jezabel, la sorpresa de Dios fue un ángel que le proveyó agua y alimento. Más tarde, cuando Elías se escondió en una cueva, Dios lo sorprendió hablando a través del silbo apacible.
Dios sigue sorprendiéndonos. Recuerdo cuando perdí mi anillo de boda. Después de buscar en toda la casa, levanté mis manos declarando: «¡Me rindo!». Semanas después, moví un mueble mientras limpiaba. Allí estaba el anillo, bajo el rodapié.
No importa cómo nos imaginamos que será el cielo, cuando vayamos de esta vida a la próxima, recibiremos sorpresas. Pablo lo expresó de esta manera: «Dios ha preparado para los que lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado».
Sa. Doris Mueller (Missouri, EUA)
