Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis..
SOY costurera profesional, dedicada a mi trabajo con mucho cariño, y acostumbrada a tratar con diferentes personas por causa del mismo.
Pero un día una mujer habló muy mal de mis trabajos, causándome un gran malestar. Esto me hizo sentir deprimida. Sabía que era necesario levantarme y restaurarme. Pero no sabía cómo hacerlo.
Sin comprenderlo, sentí un deseo ardiente en mí de enseñar el arte de coser a otras mujeres en forma gratuita. Para mí fue una sorpresa darme cuenta que el nombre que encabezaba la lista de mujeres dispuestas a aprender era el de aquella por la que me había sentido deprimida.
No podía comprender, pero el Espíritu Santo me enseñó que esa inspiración fue parte de un propósito divino para restaurarme. Hoy, casi dos meses después de empezado el curso de costura, esta mujer sabe coser y a mí me da una gran satisfacción haberla bendecido.
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