Y cuando les conté la forma tan bondadosa en que Dios me había ayudado... ellos respondieron: ¡Comencemos la reconstrucción!.
EL dolor persistente en mis manos me tenía angustiada. El trabajo en la casa y el ayudar a vestir a mis niños hacía que mis manos se quejaran. Cuando traté de dedicarle tiempo a Dios, me encontré pensando en el dolor de mis manos.
En ese momento estaba leyendo el libro de Nehemías, quien luchaba por reconstruir los muros de Jerusalén. Nehemías reunió a cientos de personas para que le ayudaran. Durante la construcción, oró y en sólo 52 días el nuevo muro fue terminado. Durante la reconstrucción, los enemigos de Israel se mofaron del pueblo de Dios. Estos enemigos gritaban: «Sus manos se van a debilitar por el trabajo y no se completará». Nehemías no se distrajo por sus intimidaciones. En cambio oró: «¡Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos!»(Nehemías 6.9).
Mientras leía la oración de Nehemías, comprendí que me estaba concentrando en lo que no debía. El dolor me había distraído al orar, pero la vida de Nehemías me recordó orar a pesar de los obstáculos. Ajusté mi enfoque. Descansando en Dios, escogí enfocarme en su poder en mi vida.
Sra. Linda Walstrom (Illinois, EUA)
Oración:
Gracias, Dios, por escuchar nuestras oraciones. Danos tu fortaleza para el día de hoy. Amén
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