Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
HACE algunos años asistí al funeral de Ralph Callahan, un hombre que a la edad de 93 años ha sido el periodista más anciano en servicio activo en mi estado de Alabama. Estaba agradecido de poder continuar activo en una profesión que amaba. En el funeral, el ministro habló sobre el amor a la vida que Ralph tenía, diciendo que para él la vida nunca era un deporte para espectadores. Él era un jugador.
Cuando me uní a mi iglesia, me pregunté a mí mismo: ¿Seré un jugador o un espectador? «Aquí estoy yo, envíame a mí», leemos en Isaías. Pero el decir sí al llamado al discipulado puede ser difícil, especialmente si nos saca de la comodidad. El decir «no» es fácil. Me pregunto: ¿Qué ocurriría si Dios nos dijera no tantas veces como nosotros le decimos no a Dios?
El decir sí a Dios y el estar activo en su obra nos ayuda a crecer espiritualmente. Eso no significa ser visto y escuchado. Todos/as podemos servir en formas que sólo Dios conoce. El discipulado significa ser un siervo y, como Jesús nos mostró, poniendo a otras personas antes que nosotros. Estoy tratando de responder al llamado de Dios. A veces es difícil estar atentos a su voz, pero cuando lo hacemos recibimos bendiciones.
Sr. Ed Williams (Alabama, EUA)
