Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
DE los milagros que hizo Jesús, el que más me gusta leer y siempre me ha impresionado es el del endemoniado gadareno. Jesús no le permitió ir con él, sino que le dijo: «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti».
Quizás cuando conocemos al Señor y nacemos de nuevo, Dios no haya hecho con nosotros algo tan espectacular como con el gadareno. Sin embargo, podemos dar testimonio de la salvación que Dios nos ha dado a través de su Hijo, y podemos llevar consuelo y sanidad a las personas en necesidad.
Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Dios no cambia, sus promesas no cambian. Podemos acceder al trono de su gracia y clamar por nuestras familias y por otras personas que conocemos y amamos. Podemos pedir por aquellas personas que no le conocen, para que sean guiados a salvación. Especialmente, podemos clamar por aquellas con enfermedades mentales, que sufren al igual que sus familias, y que quizás un día pueden testificar de las maravillas de Jesús.
Sa. Martha Herrera (Barranquilla, Colombia)
