El que le suple semilla al que siembra también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes produzcan una abundante cosecha de justicia.
SIRVO como maestra a niños de escasos recursos económicos en mi localidad. No tenía dinero para comprar o alquilar un local, así que para reunirnos teníamos que arreglárnosla como pudiéramos.
Una mañana, dejé de dar mi clase y, después de una corta oración, me dirigí a una sucursal de préstamos. En ese lugar, hablé con Dios y le dije: «Dios amado, estoy aquí. Necesito un préstamo para la escuela que tú me has dado. Estas personas sólo me pueden decir dos cosas–sí o no. Cualquiera que sea su respuesta, estoy dispuesta a aceptarla».
Ya he comenzado la construcción de la escuela, y Dios ha multiplicado mi sementera. A Dios sea la gloria.
Sa. Sandra Peláez Colón (Barahona, Rep. Dominicana)
Oración:
){kind=link}