Y es manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo.
HACE varios años mi esposo y yo fuimos a Haití en un viaje misionero de nuestra iglesia. éramos 13 en el grupo y nos alojamos en algunos cuartos detrás de la iglesia. Decidimos pedirle a cada miembro del grupo que dirigiera un momento de reflexión en la mañana, después del desayuno. Buscando algo para la reflexión que me correspondía, leí 2ª a los Corintios: «Sois carta de Cristo». Después de leer otros versículos, esas palabras seguían vivas en mi mente. Me preguntaba si nuestros amigos en Haití pensaban sobre nosotros en esa forma. Ellos también eran cartas de Cristo para nosotros al extendernos su hospitalidad y ser generosos con lo poco que tenían.
Después me percaté de que, no importa donde estemos, somos cartas de Cristo para nuestras familias, amistades y vecinos en las comunidades donde vivimos. Podemos ser carta de aliento y de amor, ya sea que estemos en casa o en cualquier otra parte del mundo. Quizás podríamos en algún momento de nuestras vidas ser «cartas de introducción» de Cristo para alguien que no le conozca.
Sra. Annette Kinney (Carolina del Norte, EUA)
