Pero en seguida [Jesús] habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis.
PARA mí, el mundo es un lugar peligroso. Parece como si justo cuando comienzo a sentirme seguro, los actos de terrorismo ocurren nuevamente. Los asuntos financieros y de salud son preocupaciones constantes y, para completar, en Kansas todos los años nos enfrentamos a la amenaza de tornados.
En los tiempos bíblicos, las personas luchaban con problemas similares, incluyendo los peligros de la naturaleza. Una de esas luchas ocurrió después que Jesús dejó a sus discípulos para ir al monte a orar. Los discípulos comenzaron a luchar para cruzar el mar en medio de una tormenta. Mientras se esforzaban por navegar en contra del viento, Jesús vino a ellos, caminando sobre las aguas. Cuando gritaron pensando que era un fantasma, Jesús se identificó y les dijo que no temieran. Tan pronto Jesús entró en la barca, la tormenta terminó.
Necesito escuchar esas palabras: «¡No temáis!». Sólo el poder de Cristo me puede ayudar en los momentos de temor. El sentir su presencia nos permite enfrentar los peligros con la seguridad de que no estamos solos/as. No importa lo que pase, estamos eternamente seguros/as con Cristo, nuestra fortaleza.
Sr. Willard Stringham (Kansas, EUA)
