Presten atención, que estoy por crear un cielo nuevo y una tierra nueva.
ANTICIPÁNDOME a la mudanza de la casa en que había vivido por veinte años, recogí cuidadosamente las semillas de mis plantas favoritas de mi amado jardín. Después de la mudanza, sembré las semillas en el patio de mi nueva casa. Tuve una gran decepción: nada germinó porque el clima era diferente y no del todo adaptable para muchas de las plantas que crecen en el sur del país, cuyas semillas había traído cuidadosamente. ¡Me había mudado cerca de setecientas millas al norte!
En lugar de tratar de recrear mi viejo jardín, pasé el primer verano observando las plantas que ya habían florecido en el jardín de mi nueva casa. Decidí que la próxima primavera crearía un nuevo jardín que estuviera en armonía con las plantas que ya estaban plantadas. Mi nuevo jardín sería diferente pero, a su manera, tan adorable como el que había dejado.
Pude ver que yo también necesitaría cambiar, a fin de adaptarme a mi nueva comunidad. Puse mi confianza en Dios, el Jardinero por excelencia, quien nos renueva para prosperar en cualquier lugar en que nos encontremos, y que me sostiene al atravesar este período desafiante.
Sra. Sarah Schaller Linn (Wisconsin, EUA)
