Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo..
EN el mes de mayo del 2008 caminaba por las calles de mi barrio en Santo Domingo, donde el delito se ha hecho costumbre entre nuestros jóvenes. Al llegar a mi casa uno de esos jóvenes me dijo: «Pídale a Dios que me perdone». Esas palabras me estremecieron y me pusieron a pensar en la Carta del apóstol Pablo a los Romanos. El maravilloso don de Dios fue darnos a su Hijo para ser redimidos por su sangre de todos los pecados. Pero lo que hace difícil reconocer que Jesús murió por nosotros y que su gracia está por encima de cualquier pecado es saber aceptar que el don que Dios nos ha otorgado es mayor que cualquier pecado que cometemos. Dios nos ama por encima de todo y de todos. Realmente no hay comparación entre el pecado y la gracia que el Padre nos ofrece en Jesús.
Tenemos que permitir que Dios sane las heridas emocionales, afectivas, sicológicas que nos provoca el pecado. Dios nos ayuda e ilumina a los líderes cristianos a trabajar en la sanidad de las heridas que quedan como consecuencia del pecado que ofende a Dios, y afecta nuestra vida y la de los demás.
Sr. Sergio Javier Díaz (Santo Domingo, República Dominicana)
