sí Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender.
EL ser llevado en una camilla me dio una perspectiva diferente del hospital donde había trabajado por los pasados cinco años. Ahora yo era un paciente. Después de sufrir dolor en el pecho, fui a la sala de urgencias. El cardiólogo decidió que necesitaba una angiografía.
Debido a que soy el terapista de respiración que ayudaba a los pacientes con maquinaria de apoyo vital cardiovascular, conocía el procedimiento cuando mi camilla fue llevada al cuarto. La enfermera se sorprendió de verme, pero dijo que no tenía que explicar el procedimiento porque yo sabía lo que ocurriría. Ella tenía razón pero, sin embargo, comencé a preocuparme.
En ese momento una paz increíble entró a mi corazón. Fue como si Dios me hubiera dicho: «No importa si vives o mueres; estás en mis manos». Descubrí que la paz no significa que termina el conflicto; simplemente demuestra el amor de Dios. No tenemos que esperar por una crisis grande en nuestras vidas; podemos permitir que la paz de Cristo gobierne nuestros corazones cada día (Vea Colosenses 3.15).
Sr. Richard Parker (Alabama, EUA)
