Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, Y hasta las nubes tu verdad.
CADA día que el Señor Jesús me da lo vivo con mucha alegría, dándole gracias cada mañana, amando a Dios, con todas mis fuerzas, con toda mi alma, y con todo mi corazón. Para mí la misericordia de Dios ha sido algo tan grande que lo he atesorado mucho en mi interior.
El año pasado estuve muy enferma. Hacía 14 años que sufría una enfermedad que me inflamaba mucho el abdomen y me daba mucho dolor. Tuve que ser operada de emergencia. Para mí será una fecha inolvidable el 12 de diciembre 2005.
Estuve a punto de perder la vida, pero le agradezco tanto a Dios que siempre estuvo conmigo. Aún cuando yo estaba en el quirófano, sentía un calor en mi cuerpo, y no tenía miedo. Sentía que su presencia estaba conmigo. Esa presencia la busqué en todas partes, y ahora que la tengo es el oro más preciado para mí.
En mi vida hubo un cambio total. Ahora puedo comprender las palabras del salmista: hasta los cielos es su misericordia. Con su poder, que es infinito, volví a nacer de nuevo en la carne y el espíritu, y soy muy feliz gracias a su perfecto amor.
Sa. Dora Luz Torres (Mexicali, México)
