No se te ocurra pensar: «Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos» .
DURANTE la cena, mi esposo y yo compartimos la mesa con dos personas que no conocíamos. Cuando llegó su comida, inclinaron sus rostros y oraron. Sonreí. Les dije: «El ver a alguien orar antes de cenar es tan agradable».
La joven respondió: «Bueno, ¿por qué no? El alimento que comemos viene de Dios». Recibí con aprecio su respuesta simple y categórica.
Trabajamos día tras día movidos por el deseo de tener dinero para comprar lo que necesitamos para sobrevivir y para darnos placer. Fácilmente podríamos decir: «Trabajo para esto. Me lo he ganado. Es mío».
La verdad es que Dios creó la tierra y todo lo que hay en ella. Nos creó y nos dio mentes y cuerpos únicos. Dios nos da fortaleza, iniciativa, inteligencia y el discernimiento para usarlos.
Sí, trabajamos para obtener dinero para comer, pero Dios nos da la habilidad para trabajar ganándonos el sustento. Dios también hace que las semillas germinen y crezcan de manera que haya el alimento necesario. Dios definitivamente es la fuente de todas las cosas buenas.
Sra. Margie J. Harding (Maryland, EUA)
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