Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo .
CUANDO era adolescente, ayudaba a mi padre en la cosecha cada otoño. Esta labor producía calor y mugre. Recogíamos los fardos del campo y los amontonábamos en un vagón. Inevitablemente, los desechos polvorientos caían sobre mi ropa, mi pelo y a menudo en mis ojos. Esto irritaba mi piel acalorada y sudorosa. ¡Cuánto deseaba una ducha refrescante para limpiar la suciedad de mi cuerpo!
El pecado ensucia nuestra alma y también rompe nuestra relación con un Dios santo (Vea Isaías 59.2). La lectura del día de hoy es una oración de arrepentimiento. El rey David hizo esta oración después de haber sido confrontado por el profeta Natán sobre su adulterio con Betsabé y la muerte de Urías. David reconoció que su pecado lo había separado de Dios. David entendió que el arrepentimiento verdadero restaura nuestra relación con Dios y nos brinda tiempos de consuelo.
En algún momento todos/as tenemos suciedad espiritual en nuestras vidas. Pero al examinarnos y buscar el perdón de Dios, podemos experimentar «tiempos de consuelo».
Sr. Terry Thomas Bowman (Carolina del Norte, EUA)
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